lunes, 22 de marzo de 2010

Un, dos, tres... llueve otra vez.



Pequeñas lágrimas de dioses heridos por el desamor se deslizan ante nuestros ojos.
Lluvia que envuelve nuestro vuelo con su silencio, gotas de sueños que golpean el fuselaje de nuestro avión.
Mientras volamos nuestros sentidos se emborrachan con el espectáculo que acontece fuera de la cabina, mientras volamos sabemos que nunca dejaremos de volar.